Sechura: La isla del tesoro - Provincia de Sechura

Sechura: La isla del tesoro

Frente al desierto de Sechura, en la costa de Piura, la isla Foca acoge una fauna única en el mundo, que incluye especies recién descubiertas. Biólogos y pobladores de la zona luchan por proteger su riqueza.

Yuri Hooker mira por última vez el reloj de su ordenador de buceo, verifica las muestras que ha recolectado en el fondo del mar y comienza a nadar hacia la superficie. Cuando su cabeza por fi n se asoma por encima de las aguas del océano Pacífico, reconoce –a través de las gotas que cubren su máscara– la barca Jesús Guiador que lo espera frente a la isla Foca. Detrás de él, puede oír a los cientos de lobos marinos bramando mientras juegan en los acantilados.

De lejos la formación rocosa de un kilómetro cuadrado contrasta por su blancura, producto de la acumulación de guano o excremento de aves marinas, con el mar y el cielo azul. En toda su superficie no hay más vegetación que tres árboles de zapote de menos de un metro de alto, por lo que a la primera mirada puede parecer una roca árida e inhóspita.

Pero Yuri, biólogo marino, lleva estudiando esta zona –desconocida para la mayoría de peruanos– por más de 10 años y sabe que la isla es en realidad uno de los más importantes refugios que la diversidad biológica ha encontrado en nuestro país.

El último inventario de fauna submarina que realizó el equipo del biólogo –con el apoyo de la ONG Naturaleza y Cultura Internacional (NCI) y el Laboratorio de Biología Marina de la Universidad Cayetano Heredia (UPCH)– actualizó las cifras de biodiversidad de la isla a: 3 especies de mamíferos, 31 de aves, 3 de reptiles, 40 de peces y 177 de macroinvertebrados marinos entre esponjas, anémonas, corales, planarias, moluscos, crustáceos, equinodermos y más.

Sin embargo, no es solo el número de especies lo que hace especial a la isla Foca.

En sus aguas convergen la  corriente fría de Humboldt y la cálida corriente ecuatorial,logrando una mezcla de especies que no conviven en ninguna otra parte del mundo.

"No es que encontremos en isla Foca todas las especies de ambas aguas. Sino que en ella conviven los ejemplares de las que resisten características medio frías o medio calientes", explica el experto.

Por eso es que un pingüino de Humboldt pasa nadando a no más de 10 metros de Yuri mientras él se sube a la barca llevando en la mano una nueva especie de coral rojo tropical.

Kirby Reusche fue otro científico peruano que en 1994 realizó el primer estudio para la protección de la isla Foca. Él afi rma como entonces que en el Perú no existe otra área similar y que, a pesar de que aumentó el conocimiento acerca de las riquezas que alberga la isla, aún no ha sido declarada como área de conservación por el Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas (Sernanp).

Yamaly, Manuel y Diego –quienes han sido alumnos de Yuri en la UPCH– preservan las muestras recogidas por Yuri en baldes con agua salada. Los corales rosados, babosas azules con puntos amarillos, cangrejos que parecen arañas y demás que los biólogos han sacado ya no son para hacer un inventario.

Han descubierto siete nuevas especies de invertebrados marítimos de origen tropical y ahora están en proceso de registrar estos secretos que ha guardado por siglos la isla Foca.

"Lo que sugieren estas especies, que solo están registradas en esta zona de transición, es que esta es un área de endemismos y, por tanto, una de las áreas marinas prioritarias para la conservación en el Perú", explica Yuri mientras guarda la filmadora acuática con la que acaba de capturar imágenes de los paisajes submarinos de la isla, esos que hasta ahora solo unos pocos como él han podido ver.

Por eso el biólogo decidió realizar un documental para mostrar al país la importancia de este sector y su protección.

Para su alegría, el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Concytec) financió el proyecto. "Es fantástico. Muy pocas veces se apoya al científico para generar información puesta al servicio de la sociedad", dice Hooker.

"Pensamos que como existe un montón de mar o bosque no importa si se queman o contaminan pequeños espacios o sectores como este. Pero, bueno, miren todo lo que hay en solo un kilómetro cuadrado, cosas increíbles y únicas", agrega.

Darwin y Robert Yenque, dueños de la barca, se asoman por encima del hombro del científico para ver lo que sacó del agua.

–Mira, chato, lo que hay en nuestra agua. Yo nunca había visto eso –dice Robert a su hermano luego de ver una de las babosas marinas que Yuri sacó del fondo.

Mientras Darwin la observa y se asusta pensando qué más esconde su mar, Robert le pregunta a Manuel si podría enseñarle a bucear. "A mí me da miedo dañarme los tímpanos. Pero sí hemos visto por la tele que es lindísimo ahí abajo. En el canal National Geographic vemos que eso abajo parece un paisaje. Pero nunca ha habido uno de isla Foca, así que no sé cómo es mi propio mar", cuenta Robert.

Manuel no puede enseñarle a bucear pero los científicos sí pueden prestarle una máscara de buceo y un snorkel para que pueda abrir los ojos bajo el agua. Robert no dejó de sonreír por varias horas luego de usarlos y ver por primera vez en su vida parte del mundo que hay bajo su barco.

Particularmente, la mezcla de fauna cálida y fría de la isla hace que el paisaje submarino sea muy diferente al de otros lugares pues algunas de las especies dominantes aquí son mínimas en otras zonas. Para explicar esto a los pescadores, Yuri les muestra el coral rojo, una gorgonia que acaba de sacar buceando.

"Bajo el agua se ven superlindas las rocas porque estos corales parecen plantas pero son rojas y amarillas y se doblan ondeando como un abanico. Esta especie ya no aparece a muy pocos kilómetros al norte de donde estamos", les dice.

Los hermanos Yenque son pescadores de La Islilla, un poblado en la costa del desierto de Sechura a 19 km al sur de la ciudad de Paita, donde sus 300 casas no han visto aún una vía pavimentada y el agua les llega en un carro cisterna todos los lunes. Un kilómetro mar adentro está la isla Foca, donde pescan todos los días desde la madrugada hasta el mediodía.

Lo que los hermanos Yenque imaginan otro mundo bajo el agua lo ven en la punta de un anzuelo. Por ello es muy difícil explicarles los riesgos de

la contaminación y de lanzar deshechos al agua. Aunque esto solo se da en una mínima cantidad en la zona, esa es una de las cosas que Yuri espera lograr con el documental.

Los cuatro hermanos, el padre, abuelo, bisabuelo, tatarabuelo y todo antepasado de los Yenque que se pueda remontar hasta épocas del virreinato han sido pescadores o astilleros
y desde los 6 años han tenido con qué vivir gracias a la riqueza de las agua de la isla.

"Pa'l pueblo es una hermosura, una preciosura. Aquí se pesca de todo. Hay mero, cherlo, cabrilla, cachama, calamar, lenguado... En una buena temporada podemos agarrar hasta S/. 500 diarios en pescado", asegura Robert mientras dirige el bote hacia la única playa de arena en la isla: Playa Blanca. Esa es una pesca bastante considerable si se tiene en cuenta que venden el kilo de calamar a S/. 1,50 y el de cabrilla a S/. 7.

Esto no preocupa a Yuri respecto a la conservación del área pues sus técnicas no destruyen el ecosistema y son selectivas. De hecho, cada vez que un pescador de La Islilla se topa con una bolichera o un relero, de inmediato avisa por radio a las demás embarcaciones del poblado. Todas, cada una bautizada con el nombre de Jesús o algún santo, salen cual ejército celestial a pelear con el monstruo pesquero hasta que lo expulsan de sus aguas. "¿Por qué cree que no se ha agotado la riqueza de la isla? Pues porque pescamos a las buenas. Eso que hacen ellos es matar a la mala al pescado", asegura Robert. "Nos toca hacerlo con paciencia. Sabemos pues que hacer lo contrario nos perjudica. Si nosotros nos fuéramos con cosas como la dinamita ya hubiéramos acabado con esto", explica Darwin mientras lanza el ancla frente a la playa.

Esta semana los hermanos Yenque cambiaron salir a pescar con sus cordeles y anzuelos por llevar al equipo de Yuri a la isla. De vez en cuando hacen lo mismo con los grupos de turistas que visitan la zona.

Hace un mes, junto con otras dos barcas llevaron a un grupo de 40 checos que llegaban, al final de su tour de la ruta de la ayahuasca, a bañarse en Playa Blanca. A ese grupo de turistas jamás lo olvidarán. Solo uno de ellos hablaba en castellano y cuando llegaron a la isla todos se desvistieron completamente frente a los pescadores antes de saltar al agua.

"Fue raro, pero nos gusta que la gente venga a la isla y conozca lo que nosotros admiramos todos los días. Eso sí, que tengan claro que no vamos a venderla; ya un gringo vino a ofrecernos plata por ella", dice Darwin mientras lleva a la orilla infestada de pelícanos pardos y peruanos a dos biólogos en su balsa. Sobre ellos revolotean chuitas, piqueros de patas azules, cormoranes neotropicales y golondrinas peruanas y dominicanas.

La Mano Del Hombre

El impacto ambiental del turismo es algo que sí preocupa a Yuri Hooker y a su equipo. Hasta ahora la mano del hombre solo ha tocado la isla para construir un faro pequeño en el centro de la parte sur; el resto del terreno es dominado por las aves, lagartijas peruanas y jañapes de la costa.

"Y debe permanecer así ya que este paraíso natural y sus tesoros podrían perderse para siempre. Pero sin una autoridad que regule la actividad turística esto es casi imposible", asegura Yuri.

Esta isla puede recibir a los turistas, pero en grupos, máximo, de 30 personas, para evitar no solo la contaminación sino romper con el hábitat de las diversas especies que no suelen tener contacto con las personas y podrían abandonar el lugar al sentirse amenazadas.

El año pasado él, el gobierno regional de Piura y la ONG Naturaleza y Cultura Internacional (NCI) comenzaron a promocionar a nivel local la isla. Los biólogos esperaban que pronto fuera aprobado el expediente técnico que presentaron a la Sernanp con la propuesta de Zona Reservada Marina para la isla Foca en el 2010. Sin embargo, aún están esperando.

Aprobar la declaración de la zona bajo esta categoría no solo protege a los pingüinos, ballenas jorobadas, delfines y lobos marinos para el ecoturismo y la educación ambiental. También beneficia la pesquería y por ello los pobladores de La Islilla apoyan la propuesta.

"Se busca proteger áreas de reproducción, así como asegurar la recuperación y el aumento de los bancos naturales. Algo similar se ha hecho con el molusco chanque, que en dos años aumentó hasta 14 veces su tamaño por su estricta protección alrededor de áreas marinas en Chile", explica desde Piura Alexander More, de NCI.

Tanto él como Yuri, su equipo y los pescadores de La Islilla esperan que el Sernanp tome una decisión pues ya hay gente interesada en fi nanciar la reserva, entre ellos el operador y concesionario del terminal portuario de Paita, Terminales Portuarios Euroandinos Paita (TPE).

"Ojalá que digan que sí pa' que más gente venga por aquí a respetar la naturaleza como nosotros lo hemos hecho desde que los españoles bautizaron la isla", dice Robert mientras una ballena jorobada deja ver su lomo por encima del agua como para despedir el día mientras el sol cae pintando el cielo y la isla de anaranjado y morado.

Texto: Alejandra Cruz Cuevas.

Fotografía: Melissa Merino.

Fuente: La República

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