Cabras y burros asilvestrados en Illescas: impacto y adaptación en el desierto de Sechura

A lo largo del tiempo, el desierto de Sechura, al sur de la región Piura, ha sido mucho más que una vasta extensión de arena. Ha sido hogar de comunidades humanas por milenios y, con ellas, han llegado también especies domésticas que, por diversas razones, han logrado adaptarse al entorno hasta convertirse en parte de su fauna permanente. Tal es el caso de las cabras (Capra hircus) y burros (Equus asinus) asilvestrados que, actualmente, recorren libremente las quebradas, pampas y laderas del Cerro Illescas, uno de los paisajes más singulares del desierto costero peruano.


Cabras (Capra hircus) en Illescas.


🐐 Una historia de domesticación, abandono y adaptación

Aunque la historia de ocupación humana en el desierto de Sechura tiene raíces ancestrales, fue en el siglo XVIII cuando se incrementó notablemente la presión demográfica en Piura. Este crecimiento poblacional impulsó la expansión de la ganadería, especialmente de caprinos, vacunos, mulas y burros, hacia las zonas áridas y costeras de la región.

El Cerro Illescas, una formación geológica única entre el mar y el desierto, ofrecía condiciones favorables gracias a su relieve rocoso, clima más húmedo y presencia de jagueyes (pozos naturales o excavados que almacenaban agua). Estas características lo convirtieron en un refugio temporal y, en algunas épocas, casi permanente para pastores trashumantes. Los rastros de esa actividad persisten hasta hoy: antiguos corrales de piedra, senderos marcados y parajes abandonados son evidencia tangible de la intensa presencia humana y ganadera en el pasado.


Huella de la actividad ganadera en Illescas.


🏜️ Illescas hoy: entre abandono y vida salvaje

Con el paso de las décadas y los cambios en las dinámicas rurales, la ganadería se fue retirando progresivamente de la zona. La disminución de la humedad, la salinización de los jagueyes y la falta de acceso permanente al agua hicieron cada vez más difícil mantener ganado en Illescas. Sin embargo, algunos animales quedaron atrás, escapando al control humano y adaptándose por completo a la vida silvestre.

Así, cabras y burros abandonados se transformaron en poblaciones asilvestradas, una suerte de “fugitivos del desierto”, que sobrevivieron en un entorno que desafía incluso a especies nativas. Estos animales ahora se comportan como fauna silvestre, organizándose en manadas, reproduciéndose en libertad y desplazándose en busca de alimento y agua.


📊 Cabras asilvestradas: un fenómeno inédito en el Perú

Hasta hace poco, no existía documentación formal sobre poblaciones de cabras asilvestradas en el Perú. En cambio, los burros asilvestrados sí han sido reportados en diversas regiones áridas del país. Por ello, el caso de Illescas representa el primer registro oficial de cabras naturalizadas viviendo de forma estable en un ecosistema costero-desértico peruano.

Estudios recientes estiman que la población de cabras asilvestradas en Illescas ronda los 140 individuos, aunque este número puede variar estacionalmente. Estos animales, introducidos originalmente por el ser humano, ahora han creado una población autosostenible, sin necesidad de intervención ganadera.


🌱 Un equilibrio delicado: impacto ambiental de las especies asilvestradas

La presencia prolongada y en crecimiento de estas especies en un ecosistema frágil y de baja densidad vegetal, como el del desierto de Sechura, ha comenzado a generar efectos negativos significativos. Las cabras, por ejemplo, son altamente voraces y pueden alimentarse de una amplia gama de plantas, incluidas aquellas de crecimiento lento o en peligro. Su pastoreo constante favorece la erosión del suelo, reduce la regeneración natural de la vegetación y altera la dinámica ecológica.

Los burros asilvestrados, si bien menos numerosos, también compactan el suelo, consumen recursos hídricos limitados y desplazan a especies nativas de pequeños mamíferos o reptiles. Sin embargo, no todo el impacto es negativo.


🦅 Interacciones ecológicas inesperadas

Estos animales, al morir por causas naturales, se convierten ocasionalmente en fuente de alimento para carroñeros, como los gallinazos cabeza roja (Cathartes aura), gallinazos negros (Coragyps atratus) e incluso el cóndor andino (Vultur gryphus), una especie emblemática de los Andes que ocasionalmente visita zonas costeras en búsqueda de alimento.

Además, su presencia ha sido aprovechada por cazadores ilegales, que ingresan ocasionalmente a Illescas para cazar estos animales, generando un problema adicional tanto para el ecosistema como para la seguridad de la fauna silvestre protegida.


🧪 ¿Cómo afrontar este fenómeno?

El caso de las cabras y burros asilvestrados en el Cerro Illescas plantea un dilema de conservación: ¿debemos erradicar estas especies para proteger el ecosistema o estudiar cómo se han adaptado y qué papel juegan en su entorno actual?

Lo ideal sería emprender estudios de largo plazo que permitan comprender a fondo el impacto ecológico real de estas especies introducidas, tanto negativo como positivo. Solo así se podrá tomar decisiones informadas y equilibradas, considerando también las posibilidades de manejo controlado o reubicación, si es necesario.

Además, urge fortalecer la vigilancia contra la caza ilegal, crear medidas de conservación participativa con las comunidades aledañas y continuar promoviendo la investigación científica en ecosistemas áridos, que históricamente han sido poco explorados en el Perú.


🌍 Illescas: un laboratorio natural en riesgo

El Cerro Illescas es uno de los espacios naturales más diversos del desierto peruano, hogar de especies endémicas como el gecko de Illescas (Phyllodactylus clinatus), aves marinas, zorros, roedores nativos y una flora resistente y única. La presencia de especies introducidas como cabras y burros representa una amenaza silenciosa, pero también una oportunidad para entender cómo la naturaleza responde a los cambios humanos.

Es hora de mirar a Illescas no solo como un punto en el mapa, sino como un laboratorio viviente de evolución, adaptación y conflicto ecológico, cuyo estudio podría aportar valiosos aprendizajes para la conservación de otros ecosistemas desérticos en el mundo.

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