Dinámica hídrica de los humedales de Sechura: historia y retos actuales

La dinámica hídrica de los humedales de Sechura: entre la historia geológica y los desafíos del presente

Los humedales del desierto de Sechura, en el norte del Perú, constituyen ecosistemas únicos que han sido moldeados a lo largo de milenios por el comportamiento del río Piura y los eventos climáticos extremos, especialmente los asociados al fenómeno El Niño. Comprender su dinámica hídrica es esencial no solo desde una perspectiva ambiental, sino también para la gestión sostenible del recurso hídrico en una región vulnerable al cambio climático.


El origen geológico y evolución fluvial del río Piura

Durante el Pleistoceno superior, el río Piura era un afluente del antiguo río Chira (conocido como Paleo-Chira), desembocando en lo que hoy es la zona del Bajo Piura. En ese entonces, su cuenca era mucho más reducida y recibía menor aporte hídrico, siendo el antiguo río Paleo-Cascajal un actor importante en la red hidrográfica regional. Esta configuración fluvial cambió progresivamente durante el Holoceno, hasta formar la red actual que conocemos.


Río Chira.


Cambios en la desembocadura del río Piura y su relación con los humedales

Históricamente, el río Piura desembocaba directamente en el océano Pacífico, cerca de la ciudad de Sechura. Esta situación se mantuvo hasta 1891, cuando las intensas lluvias asociadas al fenómeno El Niño provocaron un cambio drástico en su curso. Desde entonces, y como resultado de numerosas inundaciones, el río comenzó a verter sus aguas en el antiguo lago Ramón. Solo durante eventos excepcionales, como el fenómeno El Niño de 1983, el río ha regresado temporalmente a su antiguo cauce hacia el mar.

Esta variabilidad ha tenido un profundo impacto en los humedales de la región. Por ejemplo, los manglares de San Pedro, cuya presencia fue documentada incluso desde el siglo VIII, desaparecieron durante siglos debido a la falta de agua dulce. Sin embargo, con el evento de El Niño en 1983, se reactivó temporalmente la desembocadura por San Pedro, lo que permitió el rebrote de los manglares. Actualmente, estos ecosistemas se mantienen gracias al dren Sechura, que transporta el agua excedente del riego agrícola en el Bajo Piura.


Las lagunas de Sechura: Napique, Ramón y Salinas

Las lagunas del desierto de Sechura también han experimentado cambios significativos a lo largo del tiempo. Las lagunas de Napique y Ramón, por ejemplo, se llenaron notablemente tras los fenómenos de El Niño de 1891 y 1926, pero posteriormente sufrieron periodos de desecación hasta la década de 1970. Desde 1973, ambas presentan mayor estabilidad hídrica gracias a obras de infraestructura que aumentaron el volumen de agua disponible.

Un hito importante fue la construcción, en 1972, del canal derivador que transfiere agua del río Chira al río Piura, mejorando la irrigación agrícola y generando excedentes que terminan en estas lagunas. Asimismo, los diques construidos en los años 80 y 90 para contener las inundaciones también ayudaron a dirigir mayores volúmenes de agua hacia estas zonas, reduciendo el desborde natural.

El fenómeno El Niño de 1998 marcó otro momento clave en la dinámica hídrica de la zona. La laguna Salinas, ubicada al sur de Napique y Ramón, se expandió drásticamente hasta cubrir un área de aproximadamente 6.000 km², conectando diversos sectores del desierto, desde Pampa Las Salinas hasta las cercanías de Mórrope, en Lambayeque. A partir de ese evento, Salinas se convirtió en una laguna más permanente, aunque su tamaño fluctúa según las lluvias estacionales y eventos extremos.


La sedimentación: un problema emergente

Si bien los eventos El Niño aportan grandes volúmenes de agua a las lagunas, también traen consigo una considerable carga de sedimentos. Este fenómeno ha elevado progresivamente el lecho de algunas lagunas, afectando su profundidad y extensión. El caso más notorio es el de la antigua laguna Ramón, que entre 1973 y 2007 redujo su superficie de 35 km² a solo 4 km². Hoy en día, solo persiste un pequeño cuerpo de agua conocido localmente como laguna Tizal.

En contraste, la laguna Napique ha logrado conservar su extensión debido a que no se encuentra en el cauce principal del río, lo que la protege de procesos intensos de colmatación.


Reflexión final

La dinámica hídrica de los humedales del desierto de Sechura revela un delicado equilibrio entre los procesos naturales, la intervención humana y los efectos del cambio climático. Preservar estos ecosistemas requiere una gestión integral del agua, planificación territorial responsable y una visión de largo plazo que considere tanto la conservación ambiental como las necesidades de las poblaciones locales. En un contexto donde los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes, entender y proteger estos humedales es más urgente que nunca.

Publicar un comentario

0 Comentarios