La historia geológica y climática que moldeó el desierto de Sechura
El desierto de Sechura, ubicado en la costa norte del Perú, es mucho más que un extenso terreno árido. Este ecosistema fascinante es el resultado de una historia geológica y climática que se remonta a cientos de millones de años, y cuya evolución ha dado origen a una diversidad de hábitats que hoy asombran por su riqueza y peculiaridad.
Desde las formaciones rocosas más antiguas hasta sedimentos modernos, Sechura presenta un registro casi completo de la historia de la Tierra. Por ejemplo, el macizo Illescas, ubicado al suroeste de la región, está compuesto por rocas del Precámbrico —de más de 550 millones de años de antigüedad—, lo que lo convierte en uno de los puntos geológicos más antiguos de la región. En contraste, áreas como Las Salinas muestran depósitos sedimentarios recientes, del Holoceno, que culminaron su formación hace apenas unos mil años.
Rasgos geomorfológicos del desierto de Sechura
Actualmente, en este desierto se reconocen al menos cuatro unidades geomorfológicas clave:
- El macizo Illescas: Este cerro, junto con los cerros de Amotape, la Silla de Paita y las islas Lobos de Tierra y de Afuera, forma parte de los restos de la antigua Cordillera de la Costa. Antes del levantamiento de los Andes, esta cordillera dominaba el relieve del borde occidental sudamericano.
- Las grandes depresiones: Especialmente la de Las Salinas, que ha sido testigo de transformaciones profundas a lo largo del tiempo, como el desarrollo de lagunas, humedales temporales y acumulaciones de sedimentos marinos y continentales.
- El estuario de Virrilá: Un ecosistema vital que actúa como zona de amortiguamiento frente a la influencia marina, permitiendo la presencia de especies que aprovechan el flujo de nutrientes entre el mar y la tierra.
- Las terrazas marinas o tablazos: Estas plataformas elevadas del terreno son evidencia de antiguos niveles del mar, producto de ciclos de transgresión y regresión marina a lo largo de millones de años.
La cuenca Sechura y su formación
La llamada cuenca Sechura —que comprende el actual desierto entre Piura y Lambayeque, excepto el Illescas— es la más joven de las cuencas marinas del norte peruano. Se formó a partir del Eoceno superior, hace aproximadamente 30 millones de años. Entre el Plioceno y el Pleistoceno, esta zona experimentó reiterados ingresos del mar (transgresiones marinas), que depositaron sedimentos, incluyendo fosfatos, que hoy en día tienen valor económico.
Una laguna perdida y las huellas de un antiguo mar
Luego de la última glaciación del Pleistoceno, el nivel del mar aumentó y cubrió una gran parte de lo que hoy es el desierto. Hace unos 5 mil años, el mar se adentraba hasta las cercanías de la actual ciudad de Piura. Con el paso del tiempo, el mar fue retrocediendo y estabilizándose, dando lugar a extensos sistemas lagunares.
Uno de los más notables fue el sistema de lagunas en la depresión de Las Salinas, que, hasta el siglo VIII, recibió agua dulce de los ríos Piura y Cascajal. En sus bordes crecía vegetación —probablemente manglar— y sus sedimentos acumulaban restos marinos. Esta laguna desapareció cuando se redujo el flujo de los ríos y se formó una barrera arenosa en la zona de Reventazón.
Sorprendentemente, este sistema volvió a activarse durante los fenómenos de El Niño de 1983 y 1998, dando lugar a la actual laguna La Niña, una laguna temporal que aparece durante eventos climáticos extremos y que demuestra cómo, incluso hoy, el desierto sigue transformándose.
Un paisaje reciente sobre cimientos milenarios
Aunque el desierto de Sechura parece inmóvil, su historia es una constante interacción entre el mar, el viento, los ríos, la geodinámica del planeta y los cambios climáticos. Su paisaje se ha formado sobre sedimentos recientes que descansan sobre capas milenarias, lo que hace de este desierto no solo un lugar lleno de vida, sino también un verdadero libro abierto de la evolución de nuestro planeta.
La coexistencia entre estos elementos geológicos y climáticos ha permitido el desarrollo de microhábitats únicos que hoy albergan especies adaptadas a condiciones extremas, muchas de ellas endémicas.
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