Ocupación prehispánica en Sechura: adaptación humana al desierto

La costa norte del Perú, pese a su clima extremadamente árido y su constante exposición a terremotos, tsunamis y eventos de El Niño, ha sido habitada desde tiempos remotos. En particular, el desierto de Sechura, ubicado entre los 6° y 7° de latitud sur, representa un entorno marginal que, a pesar de sus condiciones extremas, ha sido escenario de ocupaciones humanas persistentes desde el Precerámico hasta el periodo colonial. 


Un entorno geográfico desafiante y singular

Con más de 20,000 km², el desierto de Sechura es uno de los más extensos de América del Sur. Este vasto territorio está compuesto por una diversidad de paisajes: áreas costeras, cordones litorales, planicies aluviales, depresiones salinas y macizos rocosos como el de Illescas. Este último, declarado Área de Conservación Regional en 2010, destaca tanto por su biodiversidad como por su valor geológico y arqueológico.

El modelado del paisaje ha estado fuertemente influido por la Corriente de Humboldt, los vientos alisios del sureste y los efectos del fenómeno El Niño. Estas dinámicas han dado lugar a la formación de lagunas temporales, barjanes, grandes campos de dunas (ergs) y cordones litorales que modificaron la línea de costa a lo largo de los siglos. De hecho, durante eventos El Niño de gran intensidad, como los de 1982–83 y 1997–98, muchas de estas depresiones volvieron a llenarse de agua, reconfigurando temporalmente el ecosistema.

Además, el desierto de Sechura se ubica en la zona de transición oceánica de Paita, donde convergen aguas cálidas ecuatoriales con aguas frías del upwelling peruano. Esta interacción marina genera una alta variabilidad climática y biológica, lo cual ha sido un factor clave en la historia ambiental del área.


Primeros asentamientos humanos en el desierto

Las investigaciones arqueológicas, aunque todavía limitadas, revelan que el desierto fue ocupado desde hace más de 7,000 años. Sitios como Reventazón III, Huaca Grande y Avic 2 han proporcionado evidencias de asentamientos precerámicos situados estratégicamente cerca del litoral, facilitando el acceso a recursos marinos como moluscos, peces, tortugas y aves costeras.

Durante el Periodo Intermedio Temprano, se observa un aumento significativo en la densidad y distribución de asentamientos, especialmente en la zona de Reventazón. Se presume que este fenómeno responde a una combinación de factores: mejoras en las condiciones ambientales —como la formación de lagunas costeras permanentes— y la creciente complejidad social de las poblaciones que habitaban el área.

El inventario arqueológico elaborado por C. Milla en 1989 identificó cerca de 100 sitios prehispánicos, lo que demuestra que el desierto no fue un espacio vacío, sino que albergó comunidades estables que desarrollaron modos de vida adaptados al entorno.


Distribución de los sitios arqueológicos del desierto de Sechura por periodo cronológico.


Bayóvar-01: un modelo de especialización pesquera

Uno de los sitios más estudiados en los últimos años es Bayóvar-01, ubicado en una terraza marina del Pleistoceno, a unos 6 km de la actual línea de costa. Excavado entre 2012 y 2013, este asentamiento presenta estructuras construidas con lajas y postes, organizadas en torno a espacios protegidos del viento mediante paravientos. Estas construcciones, junto con la ausencia de evidencias domésticas y la presencia de depósitos rituales, sugieren que Bayóvar-01 no fue una vivienda común, sino un centro especializado en actividades productivas, probablemente con un componente ceremonial o comunitario.

Los análisis del basural del sitio revelaron más de 35,000 otolitos y más de un millón de restos óseos de peces, mayormente de especies como Micropogonias altipinnis y Mugil cephalus, actualmente asociadas a ambientes cálidos y estuarinos como el Golfo de Guayaquil. Estos hallazgos sugieren que, durante el primer milenio de nuestra era, las condiciones climáticas en Sechura eran significativamente diferentes, con temperaturas marinas más altas y cuerpos de agua costeros más estables.

Además, la presencia de excrementos de camélidos sin restos óseos significativos sugiere la llegada de caravanas de llamas, utilizadas como medio de transporte de mercancías, lo que refuerza la idea de un sistema de intercambio regional articulado.


Condiciones ambientales y evolución del paisaje

Un enfoque multidisciplinario permitió reconstruir la evolución paleoambiental de la laguna Las Salinas. Mediante análisis sedimentológicos y malacológicos, los investigadores identificaron una serie de fases de llenado y evaporación, asociadas con eventos El Niño y la dinámica litoral. El primer milenio d.C. aparece como un periodo particularmente favorable, durante el cual la laguna ofrecía recursos abundantes y accesibles.

Los fechados radiocarbónicos sitúan esta fase húmeda entre el 261 y el 762 d.C., período que coincide con la ocupación intensiva del sitio Bayóvar-01. La sedimentación progresiva y el cierre de la laguna a finales del siglo VIII explican en parte el abandono del asentamiento. Posteriormente, las poblaciones se desplazaron hacia otras zonas como Avic o Huaca Amarilla, adaptando sus prácticas a los nuevos cambios ambientales.


Redes de intercambio y organización regional

El análisis de los patrones de asentamiento sugiere que los sitios del desierto de Sechura no estaban aislados, sino integrados dentro de una red más amplia de interacción cultural y económica. La ausencia de un centro urbano dominante ha llevado a pensar en una posible organización descentralizada basada en nodos especializados, como Bayóvar-01 o Huaca Amarilla, conectados mediante rutas comerciales articuladas probablemente por caravanas de llamas.

Estas redes permitían el intercambio de pescado seco, mariscos y otros productos marinos con bienes agrícolas y cerámicos provenientes de los valles del Bajo y Medio Piura y, posiblemente, de la sierra. Esta dinámica compleja evidencia una organización socioeconómica más avanzada de lo que previamente se creía para esta región desértica.


Conclusión: un desierto activo y conectado

Lejos de ser un espacio marginal, el desierto de Sechura fue, desde tiempos antiguos, un territorio dinámico, habitado por comunidades que desarrollaron estrategias de adaptación y subsistencia altamente especializadas. La historia de Bayóvar-01 y de la laguna Las Salinas demuestra cómo las condiciones climáticas, los recursos naturales y la organización social se entrelazaron para dar forma a una cultura profundamente adaptada a su entorno.

Las investigaciones en curso invitan a replantear el rol del desierto de Sechura dentro de las grandes tradiciones culturales de la costa norte peruana. A medida que se sumen nuevos datos arqueológicos y paleoambientales, será posible integrar esta región a las esferas culturales de Vicús, Mochica y Chimú, de las cuales fue parte, aunque hasta ahora ha sido considerada una periferia olvidada.

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