El vital aporte de agua dulce y nutrientes al desierto de Sechura

El papel clave del agua dulce y los nutrientes en el ecosistema del desierto de Sechura

El desierto de Sechura, ubicado en la costa norte del Perú, no es simplemente un paraje árido y seco. A pesar de su apariencia desolada, este desierto se encuentra en la parte baja de las cuencas hidrográficas de los ríos Piura y Cascajal, lo que le permite recibir aportes intermitentes de agua dulce, nutrientes y sedimentos, factores clave que influyen directamente en su biodiversidad y productividad.


Cuenca del río Piura: una arteria vital del desierto

El río Piura nace en la cordillera andina, específicamente en la provincia de Huancabamba, a unos 3,250 m s. n. m. Este río tiene un comportamiento hidrológico altamente irregular, con caudales máximos entre los meses de febrero y abril debido a las lluvias estacionales. En la actualidad, su curso finaliza en la laguna La Niña y en la Pampa Salinas, donde sus aguas pueden infiltrarse o evaporarse.

En años con precipitaciones normales, el aporte de agua dulce al desierto se mantiene relativamente bajo. Sin embargo, este flujo es crucial para la recarga de humedales estacionales como Ñapique y para mantener la humedad residual que permite la supervivencia de muchas especies. A ello se suma el drenaje agrícola del Bajo Piura, que también alimenta los humedales y ecosistemas asociados.


Mapa comparativo de cambios estacionales en la extensión de las lagunas Salinas y La Niña (Adaptado de Google Earth y Lucio Villa 2017).


El río Cascajal: el afluente discreto pero funcional

El río Cascajal, con una altitud de nacimiento de aproximadamente 200 m s. n. m., recorre los bosques secos de la vertiente andina oriental de Piura. Aunque su caudal es mucho más limitado que el del Piura, en años regulares, logra alcanzar zonas áridas de Sechura, donde sus aguas suelen desaparecer por evaporación o infiltración en los suelos permeables. No obstante, su presencia refuerza el sistema hídrico estacional del ecosistema seco del norte peruano.


El impacto del fenómeno El Niño: entre extremos y oportunidades

Los eventos climáticos extremos asociados al Fenómeno El Niño (ENSO) transforman drásticamente el desierto de Sechura. Durante estos periodos, las lluvias pueden aumentar hasta 20 veces su volumen normal, revitalizando de forma espectacular el paisaje desértico. Las semillas latentes germinan, se expande la cobertura vegetal y aparece nueva vida animal.

Más importante aún es el incremento en la descarga de agua y sedimentos desde la cuenca del Piura. En un año promedio, la descarga fluvial es de aproximadamente 55 m³/s, mientras que la carga de sedimentos suspendidos alcanza los 4.4 millones de toneladas anuales (Mt/año). En años de El Niño, estos valores se pueden multiplicar hasta por 24 veces en volumen de agua y alcanzar entre 26 y 44 Mt/año en sedimentos, generando condiciones óptimas para la productividad biológica y agrícola.

Durante el El Niño de 1998, este proceso fue particularmente evidente: la expansión temporal de cuerpos de agua como la laguna La Niña llegó a cubrir hasta 6,000 km², conectando humedales y quebradas desde la Pampa Salinas hasta la zona desértica de Mórrope, en Lambayeque. Estas condiciones favorecieron la reproducción masiva de aves acuáticas, peces y otras especies que dependen de estos hábitats.


Nutrientes, sedimentos y biodiversidad

El flujo estacional y esporádico de agua dulce no solo trae humedad, sino también un valioso transporte de nutrientes como nitrógeno, fósforo y materia orgánica, provenientes tanto de las partes altas de la cuenca como de los valles agrícolas. Estos nutrientes enriquecen humedales como Ñapique, Las Salinas y otras depresiones del desierto, que funcionan como zonas de recarga ecológica de vital importancia para aves migratorias, anfibios, peces y plantas adaptadas a estos ecosistemas.


Cambio climático y futuro ecológico del Sechura

Según proyecciones climáticas actuales, la cuenca del río Piura experimentará un aumento de hasta 1.6°C cada 25 años, lo que podría modificar aún más los patrones de precipitación. Se estima también que los eventos ENSO serán más intensos y frecuentes en las próximas décadas. Si bien esto representa un riesgo para las ciudades y la infraestructura costera, podría suponer una oportunidad ecológica para el desierto de Sechura, al promover procesos de reverdecimiento temporales y mejorar la productividad de los humedales, generando hábitats más diversos y resilientes.

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